Apuesto a que muchos de vosotros y vosotras habréis oído eso de que en los países asiáticos la gente conduce a lo loco. Pues bien, después de pasar unos días tranquilos en Penang escogimos nuestro siguiente destino: Cameron Highlands. Y sí, nuestro conductor era un chiflado que nos recogió casi una hora tarde del hotel y se concentró al máximo en recortar tiempo. El hombre que no hablaba ni una pizca de inglés nos llevó a nuestro destino al más puro estilo Vin Diesel en “Fast and Furious” pero sin Ferrari. La furgoneta parecía que se iba a destartalar en cualquier momento y la carretera montañosa nada tenía que ver con un circuito de fórmula 1. Baches y más baches, tramos en proceso de obra, curvas y más curvas y camiones casi imposibles de adelantar… No paró de pitar a todo lo que se movía y pisar el pedal de freno casi al unísono. El resultado fue un dolor de cabeza considerable y el estómago como una lavadora en modo centrifugado. Cuatro horas más tarde pusimos nuestros pies en tierra y con ello llegó el alivio.
Cameron Highlands es un lugar de montañas y colinas en la zona central de Malasia. El clima cambia drásticamente, se puede decir que hasta pasamos frío si lo comparamos con las altas temperaturas que veníamos experimentando hasta el momento. El clima húmedo y fresco transforma el paisaje en terreno verde perfecto para la siembra de té.
Dos son las companías principales que usan estas tierras para la producción de té: Boh y Bharat siendo la primera la más importante. El 95% de la producción se exporta a otros países haciendo de estas dos empresas la fuente de ingresos más importantes para los locales. El paisaje que estas plantaciones dibujan es muy pintoresco, con sus formas geométricas y su verdor da la sensación de estar en un museo admirando un cuadro. La fábrica de Boh está abierta al público para poder ver todo el proceso de producción. Desafortunadamente nosotros solo pudimos verlo parcialmente porque estaban renovando parte de la nave. Lo que si pudimos fue disfrutar de una taza de té al final de la visita en una terraza con vistas a las plantaciones. El sitio muy bonito pero los precios no tanto!
La otra parte que atrae al turismo son las múltiples rutas de senderismo que el lugar ofrece. Una manera de disfrutar de la naturaleza y sin coste alguno para el bolsillo ya que hay muchas rutas aptas para hacerlas sin ayuda de guía. En Cameron Highlands puedes sumergirte en el particular bosque musgoso el cual ofrece un escenario y una flora muy particulares. Eso sí, preparaos para llenaros de barro hasta las orejas! Por estos lares puede verse la flor más grande del mundo, la Refflesia Arnoldii. Nosotros no tuvimos esa suerte porque no era la temporada, para otra vez será.
Aquí algunas fotos de la ruta por el bosque musgoso.
Pero el balance de la visita a estas tierras no fue 100% positivo. La polución y la devastación del terreno, ambas a causa de las plantaciones de fresas y de los métodos de cultivo que involucran pesticidas y otros químicos, están destruyendo gran parte de Cameron Highlands. Sinceramente sentimos preocupación al contemplar ese escenario tan dantesco que es no más que el producto de las prácticas inmorales del ser humano. Por no hablar del agua del río, contaminada con agroquímicos y llena de basura que se vierte allí directamente. Cuánto daño lo estamos haciendo a nuestro planeta… Lo pagaremos con creces sin ninguna duda.
Nuestro guía nos comentó que el gobierno de Malasia intenta parar esta situación con multas y otros castigos pero lo que está claro es que no lo hace con demasiado ahínco porque el dinero que perciben por parte de estas empresas es mayor que el deseo de parar el impacto medioambiental. Desgraciadamente y una vez más, el dinero gana el juego.
Un beso a todas las personas que nos leéis.
Bye bye.